El error silencioso que cometen muchas empresas con la protección de datos

El error silencioso que cometen muchas empresas con la protección de datos

En una empresa (llamémosla ficticiamente “Grupo papaya”), un gerente general tomó una decisión que parecía lógica: delegar el cumplimiento de la Ley 1581 de 2012 a la persona “más capaz” del equipo.

¿Y quién era esa persona?

La jefe administrativa. Responsable de pagos, contratos, personal, proveedores, compras, presupuesto, comités, juntas, y casi todo lo que implica que la empresa funcione a diario.

¿Resultado?
Un año después, el programa de protección de datos estaba en el mismo lugar que el primer día: en el papel.

¿Por qué sigue pasando esto?

Porque muchas empresas, especialmente pymes y organizaciones con recursos limitados, cometen un error silencioso pero costoso: creen que la protección de datos es una tarea más, no un sistema que requiere gestión, seguimiento y mejora continua.

Así que asignan el tema a:

  • El abogado que ya lleva todos los contratos
  • El de sistemas, que “sabe de tecnología”
  • El jefe administrativo o de talento humano, que “siempre resuelve todo”

Pero no lo ven como lo que es: una responsabilidad transversal que necesita liderazgo, tiempo y decisiones informadas.

El falso sentido de cumplimiento

¿Suena familiar? Frases típicas que hemos escuchado en muchas organizaciones:

  • “Eso lo está viendo Andrea, ella es buenísima y siempre se encarga de todo.”
  • “El tema ya lo asumió el de TIC… él algo montó en la nube.”
  • “La asistente jurídica está revisando eso en sus tiempos libres.”

Delegar así no es estrategia. Es supervivencia. Y en cumplimiento, sobrevivir no es suficiente.

¿Qué pasa cuando delegas mal?

Cuando el tema cae sobre la persona más ocupada (aunque sea brillante), ocurren al menos tres cosas:

  1. No se prioriza: Siempre hay algo “más urgente”.
  2. No se entiende a fondo: Se hacen documentos para cumplir, pero sin estrategia.
  3. No se gestiona como sistema: No hay seguimiento, no hay indicadores, no hay mejora.

Y lo más delicado: la empresa cree que está cumpliendo, cuando en realidad está acumulando riesgos.

¿Y entonces, a quién se debe asignar?

A una persona que tenga:

  • Autoridad para tomar decisiones o elevarlas
  • Tiempo real para gestionar un sistema (no solo tareas aisladas)
  • Acompañamiento técnico y legal (interno o externo)
  • Visión transversal del negocio y sus procesos
  • Acceso a las herramientas y recursos necesarios

En muchas empresas, esto implica crear una figura interna clara: un responsable real de datos personales, con funciones definidas, tiempo asignado y apoyo para implementar lo que la ley exige.

Reflexión final

Delegar la protección de datos personales no es llenar un formato ni subir una política a la web. Es tomar una postura institucional frente al tratamiento de la información.

Cuando lo delegas por inercia —a quien está más ocupado, al que “de pronto le cabe” o a quien “ya tiene la carga completa”— no estás resolviendo el problema, lo estás ocultando.

Así que antes de asignar a dedo, pregúntate: ¿Queremos cumplir… o simplemente parecer que cumplimos?


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